lunes, 20 de enero de 2014

BIOMECÁNICA DE LA MARCHA (VI)

Equilibrio monopodal y bipodal
Por convención internacional, los laboratorios de análisis de la marcha describen la trayectoria seguida por el miembro inferior derecho, que divide el ciclo de marcha en una fase de apoyo, durante la cual trabajan los músculos estabilizadores, y una fase de oscilación, durante la cual el miembro inferior, flexionado en la rodilla, avanza para llegar al suelo delante del sujeto.
El periodo de apoyo monopodal se encuentra subdividido en 3 partes: los dobles contactos de principio y fin, y el periodo de equilibrio sobre un solo pie. La relación apoyo monopodal/apoyo bipodal, alterada por gran número de patologías, constituye un factor que se puede estudiar clínicamente, aunque no es fácil.

Inestabilidad del periodo de doble apoyo
El periodo breve de doble apoyo no debe ser visto como el apoyo estable y firme de los dos pies en toda su superficie. Se trata de un contacto final de los dedos en un lado, y el inicio de la carga en una pequeña parte del talón en el otro.
Hay que considerar el periodo de doble apoyo como una fase de reestabilización entre dos equilibrios sobre un solo pie. Todo el cuerpo del sujeto sufre desplazamientos laterales sucesivos cuya amplitud hay que frenar, hasta pararlos con el pie de apoyo antes de volver a empezar en sentido inverso.

Rotaciones del pie
La orientación del pie depende de los hábitos motores, así como del grado de torsión del esqueleto. En general, el pie aborda el suelo en RE y lo abandona en RI.

Fase oscilante del miembro inferior libre dando el paso
La fase de oscilación representa el 40% del tiempo total del ciclo. El miembro inferior despegado del suelo pasa bajo el tronco, con la rodilla flexionada, para llegar al suelo por delante del sujeto. Esta fase suele estar alterada por disfunciones musculares, especialmente rigideces y desincronización de la coordinación por espasticidad.
Los músculos son casi inactivos en esta fase; el miembro inferior se comporta como un doble péndulo. El movimiento depende, sobre todo, del impulso inicial. A partir de esta aceleración, el muslo y la pierna se comportan como un péndulo obligado que no requiere control muscular. La trayectoria está predeterminada.
Un débil control muscular permite al sujeto reaccionar rápidamente ante la aparición de obstáculos en su camino y evitar tropezar con los dedos o caer. La fase de oscilación del miembro inferior termina en el instante preciso en que el talón libre retoma el contacto con el suelo.

Fuente: Viel E. La marcha humana, la carrera y el salto. Biomecánica, exploraciones, normas y alteraciones. Barcelona: Masson; 2002.

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