viernes, 17 de enero de 2014

BIOMECÁNICA DE LA MARCHA (V)

Acciones de la articulación tibiotarsiana
El tobillo está en posición elevada cuando el miembro inferior necesita el máximo de longitud, en el momento de contacto del talón. Desde que el pie está plano, el tobillo se encuentra es posición baja, evitando así una sobreelevación del CDG. Al final de la fase de apoyo, el miembro inferior vuelve a necesitar una longitud máxima y el tobillo está en posición elevada cuando se eleva el talón. Estos cambios de posición no se deben a una modificación del juego articular de la articulación tibiotarsiana, sino a la posición del pie en cuatro etapas sucesivas.
El primer componente, el movimiento en la articulación tibiotarsiana, se observa sagitalmente. La amplitud utilizada en esta articulación es baja, como máximo 30º.
En el plano frontal, el contacto del talón crea un desplazamiento a partir de un calcáneo más fijo que los huesos suprayacentes (valgo relativo). La oscilación de la articulación subastragalina se cifra en 10º aproximadamente, y tiene lugar durante el primer momento de la fase de apoyo. Esta oscilación lateral de origen subastragalino permite la desviación lateral de la pelvis. La inestabilidad potencial del calcáneo se compensa con la acción de los tendones que mantienen el sustentaculum tali.

Sinusoidal plana de la pelvis
Los numerosos movimientos del esqueleto durante la locomoción normal participan en el objetivo único de amortiguar los ascensos y descensos del CDG a fin de hacerlo describir una sinusoide lo más plana posible.
El CDG del ser humano se coloca justo un poco por delante de S2, lo que explica la tendencia a la caída hacia delante del tronco en caso de pérdida del equilibrio.
El trayecto del CDG viene impuesto por la alternancia de pies separados en el doble contacto (punto bajo) y apoyo monopodal (punto alto). El punto más alto se observa en el 18% del ciclo de la marcha y el bajo alrededor del 48%.
En las dos direcciones, hacia arriba y lateralmente, las oscilaciones de la cabeza son inferiores a las de la pelvis. Todos los movimientos de rotación de la pelvis y del tronco tienen por efecto reducir los desplazamientos verticales y permitir dar pasos más largos.
Los movimientos coordinados del tobillo, rodilla, cadera y pelvis tienen por objetivo atenuar la brusquedad potencial del movimiento rítmico de los pies mediante la amortiguación de las acelereaciones, que se acompaña de una transmisión de energía cinética.

Toda asincronía de movimiento perturba la recuperación de energía y obliga al sujeto a realizar un esfuerzo mayor.

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